La novela se desarrolla en un Centro de Nuevas Tecnologías Hípicas, algo así como un centro de alto rendimiento ecuestre subvencionado por ricos aburridos y oportunistas adinerados que buscan aumentar sus opulentos réditos. 

En Centaure no solo se dedican a alta escuela sino que también entrenan caballos para otros deportes como el salto, el polo y un amplio etcétera. En ese ambiente refinado y ostentoso comienzan a ocurrir cosas extrañas. De pronto, los caballos matan a los jinetes. ¿es este un hecho fortuito o forma parte de un oscuro plan? Es ahí donde encontramos a Lluvia Ruiz-Gollury y a Alcaudón. Lluvia es una diosa épica teletransportada desde viejas ilíadas hasta nuestro siglo XXI con carrera en Harvard y tres idiomas. Pero no se dejen engañar por su belleza, detrás se esconde una mujer ambiciosa a la que le perdonamos dicha ambición pues bastante tiene con desenvolverse como lo hace en un mundo de hombres. Lo sentimos por ella porque la presencia de Alcaudón pondrá en jaque sus planes. 

Él es el hombre que susurraba a los caballos pero con bastante más rigor que el que ya conocemos. Es el verdadero valedor del arte ecuestre en toda la novela.